¿Qué tanta similitud tiene la película Cónclave -tan vista en estos días en vísperas de una nueva elección de un Papa- con un cónclave real? El debate está abierto. Pero en un pasaje del filme hay un “carpetazo” en perjuicio de un candidato. Ciertamente esa situación no es inverosímil. Por el contrario, el entonces cardenal Jorge Bergoglio fue víctima de una operación para dañar sus posibilidades de ser papa en 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, cuando los medios decían que tenía chances de sucederlo.

En este caso no fue a través de una carpeta con un informe puesta en las mesas donde se sentaban los cardenales como en la película, sino mediante el envío por mail a los respectivos purpurados de un artículo periodístico. Allí se lo acusaba a Bergoglio de haber prácticamente “entregado” a las autoridades militares -cuando era provincial de los jesuitas en el país- a dos sacerdotes que se desempeñaban en una villa de emergencia del barrio porteño de Flores, dos meses después del golpe militar de 1976.

De acuerdo con esa versión, Bergoglio les pidió a los padres Orlando Yorio y Francisco Jalics que abandonaran su trabajo pastoral en la barriada y, como ellos se negaron, les comunicó a las autoridades militares que los religiosos ya no contaban con el amparo de la Iglesia -más bien de su orden, la Compañía de Jesús-, dejándoles así el camino expedito para que los secuestraran, con el consiguiente gravísimo peligro que eso implicaba para sus vidas.

El artículo pertenecía al diario Página 12 y era parte de una sucesión elaborados por el periodista Horacio Verbitsky. Bergoglio estaba convencido de que esos artículos eran supervisados -o, cuanto menos, conocidos previamente- por el entonces presidente Néstor Kirchner y su esposa. Eran los tiempos en que el extinto mandatario lo consideraba “el jefe espiritual de la oposición” y no iba a la celebración que presidía en la catedral metropolitana por el tedeum del 25 de Mayo.

La campaña contra la candidatura papal de Bergoglio de los Kirchner -que se extendía a otros medios y periodistas amigos- contaba con aliados impensables: los sectores más conservadores de la Iglesia en la Argentina y en el Vaticano que consideraban que el entonces arzobispo de Buenos Aires era demasiado blando frente a proyectos para legalizar el aborto o consagrar el matrimonio gay y aspiraban a que fuese removido de sus funciones.

No parece que el “carpetazo” haya perjudicado su candidatura. Con 40 votos en el cónclave fue el segundo más votado detrás de Joseph Ratzinger -a la postre Benedicto XVI- que parecía el sucesor cantado de Juan Pablo II. Pero en la Argentina, Bergoglio tuvo que declarar ante un tribunal en calidad de testigo, siendo interpelado por el abogado Luis Zamora con el riesgo de que si sus respuestas no convencían pudiera ser imputado.

El cardenal Bergoglio durante años no contestó las acusaciones hasta que en 2010, para el libro “El Jesuita” lo hizo. Dijo entonces que a los dos sacerdotes los había alertado sobre los riesgos que corrían trabajando en una villa ante “la paranoia de los militares”. Y señaló que cuando se produjo su detención “nos movimos como locos” llegando a reunirse con el presidente Jorge Videla y el comandante de la Marina, Emilio Massera, para obtener su liberación, cosa que logró varios años después.

En su libro “Salvados por Francisco”, el escritor Aldo Duzdevich -ex integrante de la organización Montoneros- recopila varios casos de personas que estaban bajo la mira de la dictadura y fueron ocultados en el Colegio Máximo de San Miguel donde residía en aquella época, o sacados del país, por el propio Bergoglio.

Antes de que el vínculo se recompusiera y Francisco pasara a ser objeto de adoración, el 13 de marzo de 2013 Cristina Kirchner dejaba en claro que aún seguía desconfiando del ex arzobispo de Buenos Aires. Ese día, cuando Bergoglio fue electo papa, la entonces presidenta comentó la noticia desde Tecnópolis, sin hacer referencia a su país de nacimiento: señaló que ese miércoles era “un día histórico”, dado que por primera vez en dos mil años de Iglesia Católica, “hay un Papa que pertenece a Latinoamérica”.