Este año el cuadrangular de fútbol contó con la participación de cuatro equipos: Casas Viejas, de Bermejo; Los Rosales, de Sierras de Chávez; Elizondo y Los Serranitos, de Sierras de Elizondo. Es habitual que al menos un equipo por cada sierra se presente. Además, todas las ediciones tuvieron la presencia de distintos grupos, incluso hubo veces en las que no faltaba el rejunte de jugadores de Los Bretes, La Majadita y San Agustín.
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Como los partidos se disputan en el marco de la fiesta, este año se dividieron en dos partes. La primera ronda se realizó durante el viernes 11 de octubre en la siesta. A eso de las 16 horas, mientras el sol se encontraba sobre lo más alto de las sierras, los jugadores fueron arribando a la cancha que por primera vez iba a ser usada, ya que el espacio que utilizaban en el pasado hoy en día está ocupado por la Escuela Albergue Hernando de Magallanes.
“Es una cancha improvisada, hace poco que se hizo. No está bien asentada, pero se puede jugar”, sostuvo José Luis Elizondo, un jugador oriundo de Chávez que formó parte del equipo de Elizondo.
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El sentir del potrero se contagió entre los jóvenes y los no tanto que sorteaban los relieves del campo de juego para desplegar sus mejores pases y jugadas. El polvo en el aire se podía llegar a oler y no faltaron los comentarios entre los propios jugadores agradeciendo las lluvias de días anteriores que habían logrado acomodar algo la superficie.
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A medida que fueron pasando los primeros minutos personas de distintas edades fueron llegando para alentar a los equipos. En el torneo de las sierras las realidades son completamente distintas a las que se pueden vivir en otro lugar. Botines prestados o las zapatillas que mejor quepan y pelotas de más, por si alguna caía en los arbustos con espinas que rodeaban el campo de fuego y pasaba lo que nadie quería. No faltaba el inflador en el bancos de suplentes improvisado sobre un montículo de tierra, para dejar la “bocha”, como le decían algunos de los chicos, en condiciones, o el rebote podía ser peligroso y poner en riesgo una jugada.
El primer partido fue entre Casas Viejas y Los Serranitos, donde los visitantes de Bermejo cayeron por 2 a 0.
El partido tuvo de todos los tintes y colores, pero sin duda uno de los personajes que más llamaba la atención era el técnico de Casas Viejas, un hombre de avanzada edad que, con sombrero sobre su cabeza y facón en la cintura, caminaba de un lado a otro por uno de los costados de la cancha improvisada a los pies de la sierra dando distintas indicaciones a los jugadores.
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Finalizado el primer encuentro, se dio continuidad con el segundo partido, donde el hombre del facón, que resultó ser Miguel González, pasó de ser técnico a ser árbitro. Mientras en la cancha se medían fuerza Los Rosales y Elizondo, fuera del campo de juego la hinchada estaba bastante activa, donde no perdonaban una.
Los gritos, chistes y las risas no faltaron, siendo Miguel la persona elegida para la broma. Con su semblante serio y silbato en mano, el hombre de Bermejo llevó adelante un partido que terminó con pocas faltas, muchos gritos, algunos reclamos y una definición por penales.
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La final sería entre los jugadores de Sierras de Elizondo, y al día siguiente en horas de la mañana se conoció el nuevo campeón de la Fiesta dela Chica y el Tomillo.
El espíritu de cordialidad y compañerismo que se vivió en la cancha formó parte del resto de la jornada, donde no faltaron los brindis y las chicanas durante el tercer tiempo que se extendió hasta altas horas de la madrugada, mientras avanzaba la fiesta en el predio de la Unión Vecinal.
Sábado a media mañana fue el turno de la gran final. “Hoy se debería haber jugado un partido más, pero los locales decidieron darle el tercer puesto a los visitantes que son de Bermejo. Ahora quedó en Elizondo la copa, pero lo importante es divertirse, todos somos conocimos y disfrutamos todos juntos del tercer tiempo para brindar”, detalló José Luis.
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El marco de público era mucho menor al día anterior, pero el calor de la gente que alentaba se sintió con la misma intensidad. Sobre la grada natural que ofrecía uno de los laterales de la cancha, a una buena altura se podía ver todo el juego y escuchar con claridad los gritos de los jugadores dentro de la cancha. Incluso había algunos que cruzaban palabras con los espectadores, compartiendo algún comentario ingenioso o un chiste interno.
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La copa quedó finalmente en mano de Los Serranitos, el equipo más joven de Elizondo. José Luis, con sus 55 años, destacó la importancia de compartir con niños que prácticamente había visto nacer y crecer, porque “no hay que perder la buena costumbre del deporte”.
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Cada evento realizado en los rincones más populares como los más desconocidos de la provincia tienen sus particularidades, aquello que los hace únicos, especiales y auténticos. Si bien siempre hay una búsqueda de puesta en valor y cuidado de las tradiciones de la comunidad, son esos condimentos especiales los que los hacen únicos. Un partido en medio de las sierras se vuelve precisamente un escenario ideal para el reflejo de la identidad de un pueblo que por medio del deporte celebra el encuentro y la amistad que trasciende fronteras y desafía cualquier tipo de adversidad.
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“Hay que venir a disfrutar lo que es la fiesta, conocer estos lugares. Cualquiera que desee jugar se puede anotar y lo van a hacer jugar por más que no tenga equipo, porque esa es la idea, que todos participen, lo importante es divertiste y que esto no muera”, reflexionó José Luis.
