Menos de 48 horas después de imponer aranceles de 25% a todos los productos de Canadá y México, y de que los mercados cayeran estrepitosamente por esta controvertida medida, el presidente Donald Trump decidió aplazar este miércoles por un mes la suba de tarifas para las importaciones de automóviles, un sector que había protestado porque la iniciativa del republicano los perjudicaba enormemente.
La decisión del presidente se produjo después de una conversación telefónica con ejecutivos de los tres grandes fabricantes de automóviles –General Motors, Ford y Stellantis- que buscaban un alivio de los nuevos impuestos a las importaciones que entraron en vigor en la madrugada del martes.
El martes por la noche, ante un mensaje ante el Congreso, Trump había defendido su polémica política arancelaria, aunque admitió que podría haber “perturbaciones” en el camino.
Contrariamente a la tradicional posición librecambista de los republicanos, y en contra de la opinión generalizada de los economistas que aseguran que la medida disparará la inflación en Estados Unidos que aún no está bajo control, el flamante presidente ha implementado desde el inicio de su mandato una política proteccionista para equilibrar la balanza comercial y presionar a los países a que cumplan ciertas condiciones.
En el caso de Canadá y México Trump utilizó la excusa de la inmigración ilegal y el fentanilo que ingresa por las fronteras, pero a pesar de que los vecinos tomaron fuertes medidas, Trump aplicó igual las tarifas, lo que evidencia que el objetivo final es comercial.
En las últimas décadas, cada uno de los fabricantes de automóviles ha desarrollado complejas cadenas de suministro que cruzan las fronteras de América del Norte varias veces antes de entregar un producto terminado y hasta ahora todo eso sucedía sin aranceles, gracias al tratado de libre comercio que rige entre Estados Unidos y sus vecinos.

Pero las nuevas tarifas de Trump, además de interrumpir esas líneas de suministro, habrían aumentado el costo de un automóvil nuevo en más de 10.000 dólares, dijeron grupos de la industria. El presidente ejecutivo de Ford, Jim Farley, advirtió el mes pasado que los aranceles del presidente “abrirían un agujero en la industria estadounidense” y darían a los productores asiáticos y europeos una clara ventaja competitiva.
Los fabricantes
“Hablamos con los tres grandes concesionarios de automóviles. Vamos a dar una exención de un mes a cualquier automóvil que pase por el T-MEC“, dijo este miércoles Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, refiriéndose al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá de 2018, que Trump mismo negoció sobre la base del viejo NAFTA.
La suspensión de la ejecución puede ser breve, pero Wall Street reaccionó el miércoles con entusiasmo, luego de fuertes pérdidas el martes tras la entrada en vigor de la medida, sumado a los aranceles de un 10% a los productos chinos, que se suma al 10% que aplicó en febrero. China y Canadá ya respondieron con represalias comerciales, mientras que México dijo que las implementaría en unos días.
La guerra de aranceles se extenderá, ya que Trump ha prometido seguir adelante el 2 de abril con un nuevo plan de aranceles “recíprocos”, que se espera que resulte en fuertes aumentos en los gravámenes fronterizos de Estados Unidos.
El martes, horas antes del discurso de Trump en el Congreso, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, ya había dicho que la Casa Blanca podría eximir a algunos segmentos del mercado. “El presidente está escuchando ofertas de México y Canadá, está pensando en tratar de hacer algo en el medio”, dijo Lutnick en una entrevista.
Lutnick dijo que los aranceles probablemente cubrirán “no el 100 por ciento de todos los productos”, sin ofrecer detalles sobre qué categorías podrían obtener exenciones, y agregó que “bien podrían ser los automóviles, también podrían ser otros”.
En su discurso ante el Congreso, Trump dijo que se había reunido recientemente con los fabricantes de automóviles, pero pidió a los fabricantes que trasladen más operaciones a Estados Unidos, al tiempo que elogió los primeros anuncios de Honda, Apple y Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. como signos de éxito temprano.
Los aranceles podrían proteger a las industrias estadounidenses que compiten con empresas extranjeras, pero se espera que aumenten los precios a lo largo de 2025 y 2026, lo que golpearía los bolsillos de los consumidores. Uno de los principales ejes de la campaña de Trump, y la preocupación de la población, era la inflación.
Es creciente el número de economistas que advierten que los nuevos aranceles a las importaciones, que según Comerica equivaldrían a una diferencia impositiva de 0.5 por ciento a 1 por ciento del PIB, puedan complicar los esfuerzos de la Reserva Federal para controlar la inflación y desacelerar la economía en general.
Los mensajes cambiantes del gobierno sobre la política arancelaria han llevado a muchos inversionistas a retirar sus posiciones en medio de la incertidumbre sobre lo que sucederá después, dijo Michael Farr, de la firma de inversión Farr, Miller and Washington, con sede en Washington.
“Wall Street ha hecho un buen trabajo al ignorar la retórica de los aranceles como solo retórica; la reacción de esta semana es una respuesta a que la retórica se convierta en realidad”, dijo Farr.