Este viernes 19 de septiembre se develará, en el marco de una ceremonia de estado, una carta inédita de Tomáš Garrigue Masaryk, fundador de Checoslovaquia, sellada en un sobre hace 88 años y donada más tarde al Archivo Nacional de Praga con la expresa instrucción de que fuera abierta cuando se cumplieran dos décadas exactas de la entrega. Desde que Masaryk la escribiera en Lány, la ciudad checa en que murió, la carta quedó a la guarda de secretarios de la familia que la llevaron consigo durante sus exilios en Inglaterra, Escocia y Francia.

La misiva atravesó la Segunda Guerra Mundial, la Cortina de Hierro y la Guerra Fría, y hasta la disolución de Checoslovaquia (“Divorcio de terciopelo”), que dejó de existir en 1993. Sus cuidadores sobrevivieron, además del exilio, a la pena de muerte, la prisión y la acusación de alta traición al régimen socialista.

De qué puede tratarse el contenido de la carta es un misterio casi absoluto aunque tal misterio llegará a su fin en la brevedad: el viernes se abrirá la carta que Tomáš Garrigue Masaryk, padre fundador y expresidente de Checoslovaquia, legó a su hijo Jan en 1937, poco tiempo antes de morir a los 87 años.

El sobre nunca fue abierto ni por Jan ni por nadie más desde entonces, y las versiones en República Checa y Eslovaquia están a la orden del día. ¿Se tratarán, las de la carta de Masaryk, de palabras para su hijo o bien de algún legado político para el país que había fundado?

Uno por uno, quién es quién en el periplo de la carta que será develada este viernes en Lány, una ciudad rural bohemia de casi 500 habitantes en la que Masaryk murió hace 88 años, en el marco de una ceremonia estatal de la que participarán autoridades gubernamentales y que será transmitida en streaming por la Radio Checa.

Nació en Hodonín, en la región morava del Imperio Austrohúngaro, de padre eslovaco y madre checa. Se formó como filósofo en la Universidad de Viena y fue docente de la Universidad Carolina de Praga antes de volcarse de lleno a la razón de su vida: la militancia de la causa de checos y eslovacos, los eslavos de Europa Central que buscaban independizarse del yugo del Imperio Austrohúngaro, que se desmoronó en 1918 tras la Primera Guerra Mundial.

Masaryk militó en Europa Central, en el Imperio Ruso, en Japón y luego en Estados Unidos, desde donde coordinó la resistencia.

El 14 de noviembre de 1918, mientras estaba en Nueva York –en donde había establecido familia con una mujer estadounidense llamada Charlotte–, Masaryk fue ungido como primer presidente de esa naciente nación, Checoslovaquia, que compendiaba dos pueblos eslavos que hablaban un –prácticamente– mismo idioma y tenían siglos de historia en común, con diferencias sutiles. Cruzó el Atlántico en el barco Carmania, desembarcó en Gran Bretaña, pasó por Francia, donde fue recibido por el presidente Raymond Poincaré, que lo apoyó; también por Italia, donde el rey Víctor Emanuel también lo recibió con honores y brindó su apoyo público.

El 20 de diciembre de ese mismo año, Masaryk entró a Checoslovaquia por el sur, en un tren de 19 vagones y dos locomotoras, secundado por caravanas de civiles y legionarios. En mayo de 1920 fue reelegido como líder de los checoslovacos, al igual que en 1927 y 1934. Su país era concebido en la entreguerra como la democracia más estable de Europa Central.

La última reelección le llegó a sus 84 años. Masaryk sólo pudo continuar un año más al frente del gobierno, del que dimitió en diciembre de 1935. Lo sucedió Edvard Beneš, quien había ocupado distintos ministerios durante sus gobiernos, y él se recluyó en Lány, una pequeña ciudad en la región de Bohemia, donde sentó residencia. La correspondencia comenzó a ser su contacto con el mundo de la política y de la diplomacia. Hay una carta que escribió en 1937 y que selló en un sobre que hasta hoy nunca fue abierta.

Se la legó a su hijo Jan poco antes de morir por un derrame cerebral a los 87 años, el 14 de septiembre de 1937.

Fue el tercer hijo de Tomáš Garrigue Masaryk y Charlotte Garrigue. Nació en Praga pero, por el viaje de su padre, creció en Nueva York. En 1913 volvió a Bohemia para luchar, dos años más tarde, en un batallón de carros de la infantería austrohúngara, y en 1918, cuando la Primera Guerra Mundial había terminado para el imperio de los Habsburgo y comenzó la desintegración, Jan Masaryk se retiró de su servicio como soldado con el grado de teniente.

Ese año colaboró con el orden territorial del recién creado Estado de los Eslovenos, Croatas y Serbios, la nación de los eslavos del sur que luego sería Yugoslavia, mientras su padre asumía como líder de los eslavos centrales. En 1919 fue nombrado encargado de negocios de Checoslovaquia en Washington, dado que tenía facilidad para la oratoria, talento para los idiomas y una agenda de contactos considerable, un buen recurso para un país joven.

Desde diciembre de 1921 fue consejero de la embajada checoslovaca en Londres, la cual dirigiría desde 1925. Sin embargo, allí en el Reino Unido le tocó lidiar con situaciones desfavorables para su país.

Por un lado, en Europa Central comenzaba a crecer la figura de Adolf Hitler; por otro, en Londres veían a Checoslovaquia como un estado artificial (a diferencia de otras potencias regionales) y no parecían interesados en salvar la ropa de un país que Hitler miraba con interés. Su padre había advertido que el ímpetu del Führer era preocupante. No llegó a vivir lo peor.

En septiembre de 1938, Jan Masaryk dimitió de su puesto en Londres luego de la firma de los Acuerdos de Múnich, por los que el Reino Unido, Francia e Italia negociaron con la Alemania nazi la anexión alemana de los Sudetes. Seis años más tarde, con una guerra a las espaldas, fue él quien firmó en 1945 la Carta de las Naciones Unidas, en representación de Checoslovaquia.

Volvió a Praga como Ministro de Relaciones Exteriores en el Frente Nacional de posguerra. Eran tiempos en los que la Unión Soviética (URSS) comenzaba a ceñirse sobre Europa Central y a implantar regímenes al este de la Cortina de Hierro.

“Fui a Moscú como ministro checoslovaco, pero volví como títere de Stalin”, admitió ante un periodista en julio de 1947. Protestaba, por ejemplo, porque la URSS excluyó la posibilidad de que su país recibiera financiamiento del Plan Marshall para reconstruirse luego de la guerra.

Fue uno de los tres ministros checoslovacos no comunistas contra quienes atentó el comunismo checo, que en febrero de 1948 tomó el poder. Mientras tanto, otros sectores nacionalistas le achacaban haberse mantenido en sus funciones durante el gobierno socialista.

El 10 de marzo de 1948 lo encontraron muerto, a los 61 años. Yacía bajo la ventana del baño de su departamento del Palacio Czernin, en Praga, luego de haber caído casi 15 metros, en circunstancias dudosas. El reporte oficial fue suicidio. Nunca llegó a abrir la carta que le dio su padre.

Fue quien entregó la carta de Tomáš Garrigue Masaryk al Archivo Nacional de Praga y quien pidió que fuera abierta veinte años exactos más tarde de la donación, que se cumplirán este viernes. Nació en Praga, pero su padre trabajaba en la embajada checoslovaca en Estados Unidos. Allí conoció a Jan Masaryk, con quien luego trabajaría.

Participó de la resistencia interna contra el régimen nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. Entre 1946 y 1947 trabajó en la Oficina del Primer Ministro de Checoslovaquia. Inmediatamente después comenzó a servir como secretario personal de Masaryk hijo, por entonces en el Ministerio de Relaciones Exteriores.

Cuando Jan apareció muerto, Sum cubrió su cara con un pañuelo e ingresó a su departamento. Rescató objetos de valor, como documentos oficiales, confidenciales, familiares o de otra índole. Entre esos papeles estaba la carta que Tomáš Garrigue Masaryk dio a su hijo Jan.

En 1949, Sum fue arrestado y un año más tarde el régimen comunista checoslovaco lo acusó de alta traición. Se enfrentó a la pena de muerte, pero por la intercesión de un músico clásico amigo suyo y de renombre en la cultura checoslovaca (Emil Ludvík) le conmutaron la pena por 22 años de prisión, de los que cumplió 12, hasta 1960.

Cuando cayó el régimen comunista checoslovaco, Sum logró recuperar parte de los objetos de Jan Masaryk. Tres años más tarde, el 31 de diciembre de 1992 Chequia y Eslovaquia separaron caminos. El conocido Divorcio de Terciopelo. Desde entonces Sum fue reconocido varias veces en Praga. En 2003, le dieron la Orden de Tomáš Garrigue Masaryk, una condecoración de estado.

El 19 de septiembre de 2005 se dirigió al Archivo Nacional de Praga y donó varios documentos que aún tenía en su poder, entre ellos la carta de Masaryk padre que nunca había sido abierta. No dio ninguna pista pero sí una instrucción: que fuera abierta veinte años después de ese momento. El 15 de agosto de 2006 murió en Praga, a los 87 años.

Nació en el seno de una familia evangélica checa. Se formó en Teología en Checoslovaquia, Francia y España en esa materia. En Edimburgo se doctoró con una tesis acerca de Tomáš Garrigue Masaryk. En esa ciudad de Escocia conoció en 1940 a Jan Masaryk, que por entonces era diplomático en el Reino Unido. Se ganó su confianza y le fue confiado su archivo personal y político.

Fue uno de los tres secretarios del ministro Masaryk y el único de los tres que, en 1948, logró escapar de la persecución comunista. Volvió a Gran Bretaña. Se ganó la vida como profesor universitario de lengua y literatura checa en la Universidad de Glasgow. En 1982 se retiró a Drôme, en el sur de Francia. Un íntimo amigo suyo, Antonín Sum, lo ayudo a cruzar el Canal de la Mancha junto con todos los archivos.

Durante todos esos años, Soukup conservó esos valiosos documentos: fotografías y álbumes de fotos de la familia Masaryk, incluyendo una colección de condecoraciones y medallas de Jan Masaryk, y otras publicaciones. Y la carta de Masaryk padre, que vagó por años en valijas y áticos de Europa Occidental. Su viuda, Catriona Soukupová, donó en 1996 parte de ese acervo al Archivo Nacional de Praga, pero no la carta del padre fundador de Checoslovaquia. Por entonces, su existencia no se conocía oficialmente.

Nada trascendió sobre cómo turnaron Sum y Soukup la guarda de la carta. Se presume que el sobre regresó a Praga en algún momento de los tempranos años noventa. En todo caso, la revelación corrió por cuenta de Sum.

Jiří Křesťan, archivista e historiador del Archivo Nacional de Praga, recordó el momento de la donación, en una entrevista con la Radio Checa: “Cuando me entregó la carta, Sum no dijo nada más sobre su contenido. Pero respeté su voluntad de que las palabras de Tomáš Garrigue Masaryk permanecieran selladas durante 20 años, como él mismo escribió en el sobre”.

Este viernes, desde el Castillo de Lány, las autoridades checas revelarán un misterio que atravesó décadas y que llega, sin abrir, desde un país que ya no existe.