Baldes del Rosario se ubica a poco más de 40 kilómetros al norte de la Villa San Agustín por la Ruta 150. Es una comunidad pequeña que no supera los 150 habitantes, y sus principales actividades se enfocan en la cría de vacas y cabras, como también en la elaboración de queso y quesillo. Con la idea de no dejar morir la actividad ni el espíritu del pueblo, desde el 2005, tras una reunión de vecinos, se decidió hacer una fiesta que represente los valores y las riquezas del lugar.
“La fiesta surgió porque en todos los pueblos había eventos. Las instituciones se reunían para hacer los eventos y sacar fondos para invertirlos en la comunidad. Esta es una zona ganadera, la mayor parte de la gente vive de eso, con vacas y cabras. Todos los años en diciembre juntamos los animales y hacemos la lechada, es decir, sacamos leche de las vacas y cabras para hacer el quesillo y el queso. De ahí viene la fiesta”, comenta Carlos Vedia, quien con 81 años está desde la primera edición de la fiesta acompañando en la organización, logística y realización.
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La mayor parte de la responsabilidad recae sobre Alcides Villafañe, o Pocho, como le dicen en el pueblo. Él es el presidente del Club San Isidro, lugar donde desde hace años se realiza la fiesta y quien está a cargo, junto con la comisión directiva del club, de llevar adelante la decimoséptima edición, y la primera tras la pandemia.
“Es algo hermoso lo que genera esta fiesta, donde se junta toda la comunidad. Desde el más chico hasta el más grande trabaja sin interés. Lo importante es mostrar lo que hace el pueblo. El producto que tenemos dentro de la zona es el queso y el quesillo, trabajamos mucho con animales, nuestra cultura está abocada a eso, y hemos tratado de llevarlo a ese nivel. Creo que es algo que nos encierra a lo cultural a cada uno de nosotros”, afirma completamente emocionado Pocho mientras a su espalda se arma el escenario que concentrará los mayores atractivos de la velada.
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Si bien la fiesta está programada para iniciar a eso de las 20 horas, desde muy temprano hombres, mujeres y jóvenes van y vienen acondicionado el club para brindar las mejores atenciones, ya que la fiesta no es solo para quienes viven en Baldes del Rosario, sino también para los cientos de turistas que llegan en cada edición.
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Carlos recuerda que comenzó de a poco, siendo un evento pequeño, pero con el paso de los años fue volviéndose cada vez más atractivo, no solo para los amantes de los productos derivados de las vacas y las cabras, sino también por aquellas personas que disfrutan de las fiestas departamentales, de su cultura y de las maravillas de poder compartir.
Y si de compartir se trata, los habitantes de Baldes saben de ello. Sobre las 14 horas se interrumpe todo el trabajo y en una mesa eterna se van ubicando para disfrutar de un almuerzo bien criollo, donde no faltaron las cargadas, las anécdotas, las vivencias de ediciones anteriores de la fiesta como tampoco las bromas entre unos y otros. Carlos es uno de los más antiguos, y es quien rememora momentos que forman parte de la historia del pueblo, mientras los que están a su alrededor escuchan atentamente.
Finalizado el almuerzo, Pocho y el resto de la gente se dispone a seguir trabajando. “La idea es dejar todo listo por si llueve, nos vamos a la casa, nos bañamos y volvemos”, comenta.
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Al caer la tarde, ante un cielo que sigue cubierto, comienzan a arribar las primeras personas que se ubican en algunas de las muchas mesas que se dispusieron ante el escenario. A un costado, algunos ranchitos con venta de artesanías, y por supuesto, queso y quesillo.
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La edición de este año tenía varios condimentos que la hacían especial y particular. Se trataba de la primera luego de los estragos y parates que ocasionó el coronavirus. Uno de los momentos más emotivos de la velada fue precisamente el recuerdo de los habitantes que el pueblo perdió a raíz de la pandemia, cuando uno de los locutores a cargo de la animación pidió un minuto de silencio en honor a quienes no estaban, mientras en la pantalla que se había montado al costado del escenario se veía un video con fotografías de otras fiestas. “La pandemia nos golpeó muy fuerte. Perdimos tres seres muy queridos en la comunidad, y nos cuesta eso a veces porque somos muy unidos”, había señalado Pocho horas antes.
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Otro instante de la fiesta que despertó la alegría de los presentes fue cuando el diputado departamental Silvio Atencio subió al escenario llevando en sus manos la declaración de la fiesta de interés provincial, lo cual implica un reconocimiento más que importante y valioso al esfuerzo de la pequeña comunidad que a pesar de las adversidades, mantiene su pujanza.
Sin duda uno de los momentos más esperados por los presentes fue la lechada. “La lechada consiste en traer la vaca, se hace apoyar el ternero y se saca la leche a mano, como lo hacemos nosotros, de manera natural. Hay mucha juventud que sigue con las tradiciones, haciendo lo que nosotros hacemos. En la lechada participan hasta tres animales, y es una postal espectacular, es hermoso”, asegura Pocho.
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Si bien el clima no ayudó, ya que la lluvia que había amenazado toda la jornada finalmente se hizo presente, la lechada se llevó a cabo como estaba previsto, con una dramatización en la que participaban los niños del pueblo, donde se narraban los orígenes de esta actividad que realizan todos los años; para luego dar paso a la presencia del animal en el predio. Así, todos los presentes pueden ver de primera mano en que consiste la principal actividad productiva y económica de los habitantes de Baldes del Rosario.
“En lo personal es muy grande lo que uno siente, son muchas cosas. Muchos no saben lo que es vivir a la distancia. Hoy en día que la gente disfrute lo que hacemos es espectacular, te sentís en las nubes, y es muy importante eso”, comparte Pocho.
Buscando reparo bajo algún techo, las cientos de personas que habían llegado hasta el Club San Isidro se quedaron esperando que la lluvia se calmara para poder seguir disfrutando de los números musicales que habían activado el baile a primera hora de la fiesta.
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Lo que quizás algunas personas consideran un evento pintoresco con tintes rurales, al menos para la comunidad de Baldes del Rosario significa representar y compartir un estilo de vida. Gracias a la fiesta lograron trascender las fronteras, instalarse en el calendario de eventos de la provincia, y a pulmón todos los años llevar a cabo una fiesta que se ha vuelto el orgullo del pueblo.
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Al respecto, Pocho reflexiona: “Si bien esto está declarado de interés provincial, esperemos que hacia adelante podamos seguir no sé si a este nivel, pero si podemos progresar la podemos llevar más arriba, porque es algo que nace acá, y seguimos nosotros manteniéndola viva. Queremos ir más arriba pero unidos, es el futuro al que queremos llegar. Hasta donde lleguemos, pero unidos siempre”.
